
Es innegable que con esta pandemia nos encontramos en un momento disruptivo, que nos está exigiendo una rápida adaptación a un nuevo contexto. Un cambio con lo existente que debemos aprovechar, desde la filosofía del aikido, para cambiar y ampliar nuestra posición del análisis de la realidad, controlando el movimiento de nuestras acciones, no dejándose arrastrar desde una posición defensiva o de ataque.
De esta forma, sin olvidar ni menospreciar los impactos positivos aparejados por el cambio que está sufriendo el sistema (porque los hay, y deben ser reforzados) debemos evitar, a toda costa, dar un paso atrás en la consolidación y manifestación del valor y principio de la igualdad.
En este sentido, tengamos en consideración el papel activo de las mujeres, quienes constituyen, por ejemplo, el 70 % de la plantilla mundial del sector sanitario. Y analicemos la cadena de impactos que a nivel social puede repercutir sobre este colectivo a nivel global: desprotección de personas sometidas a la trata y explotación sexual; estancamiento del empoderamiento de la mujer; etc.
Una desigualdad y consecuencias que se extienden a los terrorios con menos recursos, desde la mujer, a la familia y su entorno, donde la capacidad de acción y reacción (desde la visión del aikido, el control del movimiento creado por la COVI-19) es más reducida. Aspecto que, finalmente, propicia que las desigualdades presentes vinculadas al acceso de la seguridad, salud, desempleo y protección social se incrementen.
Un impacto en la salud de la sociedad está afectando a la economía y al medio ambiente. Sin duda, con la propagación del SARS-2 podemos entender de forma práctica el concepto de triple balance. Que esta circunstancia nos permita profundizar en el análisis profundo y holístico de las causas y efectos, tanto en lo positivo como negativo, porque toda experiencia puede ser vivida como un proceso de aprendizaje, si no nos dejamos arrastrar.
Si queréis saber un poco más, aquí os dejamos el siguiente vídeo:
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